Orden y carisma

 

Nuestra Comunidad pertenece a la Orden de Predicadores y el nombre del Monasterio es de Santa Catalina de Sena.

Nuestro carisma es Alabar, Bendecir y Predicar el Evangelio de Jesucristo por medio de nuestra vida de oración y penitencia.

 

Fundación de la Comunidad

 

Leemos en el “Libro de la Fundación”: «Cuentan las crónicas que en la histórica Ciudad de Valencia vivían unas piadosas mujeres, llenas de amor de Dios y grandes ansias de perfección. Vestían el pobre sayal dominicano y estaban acogidas a la Orden en calidad de religiosas, comúnmente llamadas «Beatas.» Mas sus santos deseos de mayor entrega y donación a Aquel que es únicamente digno de ser amado, iban creciendo de día en día, de tal modo que se atrevieron a pedir al P. Vicario General de la Provincia de Aragón, fray Jaime (Gaspar) Fayol, perteneciente al Convento de Lérida, les buscase un lugar para «vivir enclaustradas como verdaderas monjas dominicas.»

El P. Fayol acogió esta petición, y con licencia del Arzobispo de Valencia la fundación se llevó a efecto el día 23 Enero del año 1.491, en la capilla del cementerio de judíos convertidos, cedida por el Rey D. Fernando el Católico para la construcción del nuevo Monasterio. El 26 de Junio de 1.492 fue aprobado por el Papa Inocencio VIII.

Nuestro Padre Santo Domingo

 

El día 23 de Enero de 1.491 entraron en clausura las tres monjas fundadoras de la Comunidad: Sor Nicolasa Calatayud, Sor Leonor García y Sor Juana Ponz. A ellas se unieron otras “Beatas” procedentes de Barcelona del Convento de Nuestra Señora de los Ángeles.

Aceptaron la Regla de San Agustín y las directrices de la Orden de Predicadores, bajo el gobierno de los frailes de la Congregación de Observancia de la Provincia de Aragón. De ahí que, con el permiso del Obispo de Valencia y el visto bueno del Rey y auxiliadas por la Ciudad de Valencia, iniciaron la andadura de lo que será, en muy breve tiempo, el Monasterio de Santa Catalina.

El edificio

 

Del edificio monacal edificado en el S. XVI sabemos que se inició con el trabajo de construcción de las mismas monjas, trabajando durante el día y durante la noche, pues la pobreza era muy grande y las limosnas muy escasas. Al derribar el Monasterio en el año 1.968 se pudo constatar que el Convento era de gran amplitud, notable por su claustro gótico, construido a base de mortero de cal, ladrillo y yeso.

Entrada principal al Monasterio

Historia de la Comunidad

 

Por diversas circunstancias ajenas al querer de la Comunidad, las monjas hemos cambiado en dos ocasiones de ubicación. La arquitectura de dichos Monasterios ha sido según la época, con línea sencilla.

Desde el mismo momento de la fundación del Monasterio de Santa Catalina de Siena de Valencia, como la misma Congregación de Observancia, tiende a irradiar su influjo espiritual y, no sólo irradiar, sino también renovar otros Conventos o Monasterios, y extender su acción hacia otras latitudes o albergar en su interior otras Comunidades Religiosas. Es posible que ésta sea una de las páginas más brillantes de la vida de este Monasterio de Santa Catalina de Valencia.

Nuestro Monasterio fue: «El primer foco de influencia cateriniana en España. Centro de gravitación y de irradiación del movimiento literario Cateriniano: primera hoguera devocional, primer faro de radiales dimensiones luminosas.

El año 1.529 acudieron al Monasterio de Santa Inés de de Zaragoza para ayudar a la Restauración de la Observancia Regular.

En 1.568 acudieron al Monasterio de Nuestra Señora de Monte Sión, Barcelona, para ayudar a la Restauración de la Observancia Regular.

En 1.597 enviadas por el P. Provincial, acudieron a la Comunidad de Santa María Magdalena, en Valencia, para iniciar la Restauración de la Observancia Regular.

En 1.632 junto con monjas de la Comunidad del Monasterio de Santa Fe de Zaragoza, con dos monjas contribuyó a la Fundación del Monasterio de San Pedro Mártir en Benabarre, Huesca.

En 1.644 tres monjas de la Comunidad de Santa Catalina de Sena de Valencia, fueron a fundar a la ciudad de Cáller, Cerdeña, Italia, el Monasterio de Santa Catalina de Sena.

En 1.658 cuatro de la Comunidad de Santa Catalina de Sena de Valencia, fueron a fundar a Palma de Mallorca, el Monasterio de Santa Catalina de Sena.

A lo largo del S. XVIII debido a las contiendas bélicas fue cobijo de Comunidades dominicanas como las de Nuestra Señora de Belén, (Burjasot, Valencia), Xátiva, (Valencia), Santa Rosa (Zaragoza), San José (Calatayud, Zaragoza), San Gregorio Magno (Alcañiz, Zaragoza), Santa Fe, Santa Inés virgen y mártir (Zaragoza), Nuestra Señora de la Esperanza (Zaragoza), Santa María Magdalena (Valencia), Comunidad de Monjas Franciscanas de Ruzafa (Valencia), Agustinas de Santa Tecla (Valencia).

Talla policromada de Santa Catalina de Sena

 

Entre las monjas que destacan por su santidad de vida tenemos a las tres fundadoras: Sor Nicolasa Calatayud, Sor Leonor García y Sor Juana Ponz, que supieron actualizar el mensaje de Santa Catalina de Sena desde la mirada puesta en Dios, Padre de todos, para hacerle presente en la mente de quienes les rodeaban y hacer presente a Dios Padre las necesidades del hombre. Ellas quisieron ser, (y, nosotras, “las catalinas” actuales, queremos) a través de la oración y entrega total de nosotras mismas, hacer brotar, en lo escondido de un surco, la flor de la paz, el fruto de la fraternidad universal, como un canto de adoración al Creador, que todo ama y todo lo merece, que por todos vela. Es el «hablar con Dios o de Dios» de Dios de Domingo de Guzmán.

Según el libro de Defunciones, destacan por su vida virtuosa, además de las tres fundadoras:

  • Sor Gabriela de la Presentación Mires: Se distinguió por su piedad para con Dios, caridad con el prójimo, su espíritu de contemplación, gran austeridad y penitencia.
  • Sor Laura Mercader y Cervellón: Ilustre en sangre y mucho más en la virtud y perpetua observancia de nuestras Constituciones continuando el guardarlas por sesenta años con el mismo tenor de vida y asistencia perpetua a Coro, penitencias y pobreza.
  • Sor María Fenollet: Vivió en religión 52 años, cuatro meses y once días, dejándonos grande ejemplo en su virtud, celo, observancia, asistencia del Coro, vestir lana, y todo lo que mandan nuestra Constituciones. Todo cuanto tenía empleaba en la Comunidad.
  • Sor María Ana Boil: Riquísima en buenas obras y méritos, muy singular en la humildad y resplandeciente en la paciencia, muy amable con todas las monjas.
  • Sor Isidora Cerveró: Vivió en religión 48 años con vida ejemplar siendo muy observante en el cumplimiento de nuestras obligaciones, de mucha oración y retiro, y continua asistencia del Coro y por el deseo de adelantar en el culto divino colaborando así en el canto llano como en la música; y a más de lo que edificaba con su vida fue utilísima para la Comunidad.
  • Sor María Martí: Fue religiosa muy ejemplar, continua oración, observó con su mayor puntualidad las Constituciones. La dotó Dios de tanta igualdad de ánimo que ni siendo Priora y Maestra de Novicias, que lo fue varias veces, jamás se la oyó la voz alterada; con el ejemplo de sus virtudes educó a las novicias y edificó a esta Comunidad. Vivió con paz de espíritu y con ello plácidamente entregó su alma al Señor.
  • Sor Mª Luz Alfonso: Fue muy observante de nuestras sagradas leyes y devotísima del Rosario, que rezaba entero todos los días. A las penas interiores y exteriores con que nuestro Señor quiso probar su fidelidad, durante las cuales ejecutó actos heroicos de humildad, paciencia y fortaleza, añadió ella muchas penitencias y privaciones voluntarias, siendo esto causa, sin duda, de que se quebrantara su salud, ocasionándola una larga y penosa enfermedad que soportó hasta con alegría.

 

Biblioteca del Monasterio

 

Como escritoras, destacan:

  • Sor Julia Ferrer, escribió «Vida de Sor Gabriela de la Presentación, religiosa del Real Convento de Santa Catalina de Sena en la ciudad de Valencia»
  • Sor Josefa María Domingo, escribió sobre «La invasión de los franceses»
  • Destacan también Sor Vicenta Dominga Vendrís, Sor Elena Cortell Pastor, y Sor Vicenta María Pascual García, como cronistas de la Comunidad. Los avatares políticos que afectaron de lleno a la vida, tanto interna como externa del Monasterio, han impedido tener entre nosotras estos preciosos documentos y otras crónicas existentes en ese momento.

 

La Comunidad en la actualidad

 

En la actualidad, la Comunidad se compone de 44 monjas, de las cuales 29 vivimos en el Monasterio de Valencia, y, 15 están ayudando a otras Comunidades.

Con el paso de los años sucedió lo que nunca se pensó que ocurriría. Y es que la Comunidad tuvo que dejar aquel querido Caserón porque el Monasterio podía ser desapropiado por el Ayuntamiento de Valencia, dado lo céntrico de su ubicación.

En primer lugar se trasladó al Monasterio Federal, en espera de la construcción de su nuevo Monasterio en el término Municipal de Paterna: Pista de Ademuz, Km. 7. Este Monasterio fue bendecido, por Mons. García Lahiguera García, Arzobispo de Valencia, el día 29 de Abril de 1.971.

Ecce Homo, anverso y reverso

 

Dios permitió que al Ayuntamiento de Paterna se le ocurriera aprobar un PAI, es decir un “Proyecto de Adecuación Urbanística”, en el terreno que ocupaba nuestro Monasterio. La Comunidad, ayudada, respaldada y asesorada por un equipo excepcional de Arquitectos y Abogados, defendió sus derechos y presentó su proyecto, que fue aprobado por el Ayuntamiento de Paterna. Este proceso, que se inició en el año 2.005, terminó en el año 2.014 con la edificación de un nuevo Monasterio en el mismo terreno que ocupaba antes, pero en una muy disminuida parcela. El traspaso de la Comunidad se hizo el día 13 de Abril del año 2.014. El día 15 del mismo mes el P. Provincial, P. Martín Gelabert, celebraba la Eucaristía, en la que concelebraron cerca de treinta sacerdotes, dominicos y del clero secular, dando con ello comienzo formal a esta nueva etapa de nuestra Comunidad en la que queremos seguir colaborando con Dios en su obra de salvación y redención, actualizando con ello la obra de Santa Catalina, nuestra MADRE, a la que queremos revivir en esta Iglesia del S. XXI.

La Comunidad dedica:

  • Siete horas diarias a la oración coral, eclesial y personal.
  • Para el sustento del «pan de cada día» empleamos cinco horas diarias, trabajando en encuadernación, lavado de ropa a los PP. Dominicos y ropería comunitaria.
  • La tarde la dedicamos preferentemente al estudio personal.
  • Con periodicidad tenemos reuniones comunitarias en las que ponemos en común los temas programados para cada reunión.

 

Las “catalinas” actuales queremos, como nuestras Madres Fundadoras, que en nuestra Comunidad siga respirándose “la Vida de Amor que ellas sembraron.” Es nuestra vida puesta al servicio de Dios, que quiere seguir testimoniando su cercanía actualizando y reflejando la gran misión de Santa Catalina de Siena, nuestra Madre, cuya vida vamos reviviendo durante cinco Siglos de Historia. Las futuras “catalinas” dejarán impresa la herencia espiritual que nosotras les hayamos dejado.

 

Cáliz y Copón traídos al Monasterio de Colombia por San Luis Beltrán.